“Las clases teóricas son todo lo que sale de la boca de un profesor y llega a los oídos de un estudiante, sin pasar por la cabeza de ninguno de los dos”
Florencio Escardó
El adolescente es un sujeto que se encuentra en un periodo de cambios, a nivel físico, emocional, afectivo, sexual, que requiere de apoyos y recursos psicológicos y sociales para alcanzar ciertas metas tales como la elaboración de su identidad y el planeamiento y desarrollo de un proyecto de vida satisfactorio. He aquí mi gran interrogante ¿cómo generar un aporte productivo a tal proceso? ¿Cuál es el rol del la escuela? ¿cuáles son las capacidades de los docentes para contener las singularidades en el aula? ¿se sienten los alumnos parte de la institución escolar?
Todas éstas preguntas, que en mí tienen un a priori como respuesta, hacen que me enfrente a la incertidumbre de cómo hacer desde mi lugar para dejar en los adolescentes una huella significativa.
Si bien mis prácticas transcurrirán en una escuela de clase media, mi futura inserción como profesional me presenta el desafío de desear incluirme en los sectores más vulnerables de la sociedad, en donde a mi criterio es usual observar la falta de proyectos y la visión de futuro como una dimensión catastrófica “¿para qué voy a soñar si lo que siempre quise nunca se cumplió?”, “¿trabajar 8 horas para que me exploten por $1.500?” “ mi mamá me dejó a los 8 años y me decía que yo no servía para nada, quizá tenga que estudiar y trabajar para demostrarle que eso no era cierto”
Mis empeños como docente perseguirán, el objetivo (tal vez idealista) de devolver a los adolescentes una mirada que los dignifique y les permita reconstituirse como sujetos de derecho en donde su primer derecho sea el animarse a soñar.
"en donde su primer derecho sea el animarse a soñar"
ResponderEliminarque importante que como docente te ubiques en ese lugar, posibilitando que algo acontezca en los adolescentes, abriendo posibilidades